si dejamos que la vida cotidiana dirija nuestras actuaciones, las oportunidades educativas aparecerán sin más ofreciendo ocasiones llenas de significados.
Recordar a los muertos, a los que ya no están, ha sido y es una constante en las diferentes culturas y cada una lo hace a su manera. Aquí en España muchas personas regresan a sus pueblos, ciudades que les vieron nacer y crecer para visitar los cementerios, llevar flores, limpiar sepulturas, “encontrarse”, en definitiva, con los que ya no están pero que reconocen como parte de su historia.
Como educador he tenido la oportunidad de aprovechar, en varias ocasiones, estos días para impulsar el movimiento interno de alguno de los chicos que necesitaban volver al cementerio para estar con el abuelo al que no pudo despedirse o para buscar la tumba donde yacía el padre con el cual no pudo vivir… Y era tan sencillo como escucharles cuando te decían: me gustaría llevarle flores ¿puedo? o sabiendo como fueron los últimos años de relación con el padre preguntar, ¿te gustaría ir hasta el cementerio?
A veces surgen oportunidades para ayudar a cerrar etapas, para poder darse la vuelta y mirar la historia, el origen y descubrir que el enfado,el dolor ha desaparecido y es posible mirar desde otro lugar más amable incluso con agradecimiento. Reconocer a los que ya no están, a los que no se podían recordar, mirar. Darles un lugar y transformar una sombra en imagen y una imagen en una parte de uno mismo.
Es necesario que seamos nosotros los primeros que miremos a nuestro pasado, a nuestros ancestros y hacerlo con paz o como se pueda para que entonces podamos como profesionales, padres brindar esta misma oportunidad.
¿cómo me siento ante los que ya no están?
Es cuestión de estar atento. Los impulsos de nuestros chicos nos dicen tanto… y los nuestros también. Gracias por la estrella. Abrazos.